En un grupo de trabajo -formado por varias personas- hay tantas ideas y opiniones como integrantes tenga. Muchas ideas… para el mejor resultado. Todos abogando por un objetivo común y de excelencia para lo cual eligen la “mejor” idea en cada momento del proyecto laboral.
Esto requiere una disposición y apertura mental hacia ideas diferentes si se desea vivir un clima saludable entre compañeros.
¿CÓMO NOS RELACIONAMOS CON NUESTRAS IDEAS?
Una persona construye sus ideas en base a su propia experiencia. Eso hace que se identifique fuertemente con ellas, que las defienda o las considere únicas o “mejores” que las de los demás. Persona e idea se igualan y eso genera conflicto, ya que no hay disposición a ver desde otro punto de vista más que el personal.
La actitud de apego a la propia idea genera molestia y rispidez si la misma es desestimada. Y detrás de esta “afición” existe el miedo a no sentirse valorado/a.
La buena noticia es que: una idea es solo una idea y nunca define la calidad y valía de una persona. Dicho de otra manera: una persona es valiosa más allá de sus ideas y no precisa destacarse o sobresalir para sentirse apreciada. Por el contrario, necesita valorarse por sí misma y no por lo que piensa para poder llevar adelante un proyecto de trabajo conjunto.
Despegarnos del afecto que le tenemos a nuestras propias opiniones –ideas- evita frustraciones y posibilita una interacción pacífica y amable a la hora de interactuar con los demás.
Una persona vale… más allá de sus ideas.
Alicia Orfila – Autoconocimiento Mental – www.aliciaorfila.com.ar