No todos mentimos siempre y no todos lo hacemos por las mismas razones. Un nuevo estudio realizado en conjunto por una universidad norteamericana y otra inglesa tuvo en cuenta dos factores muy importantes que influyen en nuestra honestidad: el beneficio y el castigo que nuestras mentiras podrían contraer.
La investigadora Hélène Barcelo del Instituto de Investigación de Ciencias Matemáticas de Berkeley (EE. UU.) y el investigador Valerio Capraro de la Escuela de Negocios de Middlesex en Londres (Reino Unido) han logrado una novedosa forma de medir cuán mentirosos somos teniendo en cuenta varios de los factores que influyen a la hora de expresarnos.
Su experimento consistió no sólo en tentar a las personas a mentir sino a hacerlo de diferentes formas, las cuales les proporcionarían distintos beneficios. En función a esto, pudieron dividir a las personas en tres tipos según su nivel de honestidad: los buenos, los malos y los enfadados.
¿En qué consistió el experimento?
Pusieron a disposición de trabajadores de Mechanical Turk de Amazon un texto en línea en el que veían una lista de números “supuestamente al azar” que iban entre el 1 y el 90. Los voluntarios debían decir qué número aparecía en la posición 19 y qué número en la posición 22. El número que apareciese en esa posición sería el valor que recibirían en centésimos por participar.
La lista de números era la siguiente:
25, 3, 63, 54, 28, 70, 37, 36, 26, 31, 43, 15, 30, 60, 33, 37, 15, 63, 16, 50, 4, 71, 79, 2, 85, 48.
De esta forma, en la posición 19 aparecía el número 16 y en la 22 el número 71. Es decir, los beneficios que obtendrían en cada caso serían muy diferentes.
Los sujetos no sabían que a todos se les enseñaba la misma lista de números. Entonces, Barcelo y Capraro intentaron averiguar si las personas identificarían el número correcto y lo dirían, o si decidirían decir otro de la lista, “simulando” un error, para obtener mayores beneficios.
Los voluntarios desafortunados, a los que se les pidió que identifiquen el 16, sabían que recibirían solamente 16 céntimos pero podían mejorar su resultado eligiendo cualquiera de los números a los lados: 63 o 50. Este puede parecer un error fácil de cometer. Pero podrían sacar aún más beneficio eligiendo otros números. La opción más rápida es elegir uno de los primeros números altos de la lista, por ejemplo 63 en la posición 3, o 70 en la posición 6 o podrían elegir el pago más alto de 85 céntimos en la posición 25.
En cambio, los voluntarios que debían identificar el 71 tenían mucha más suerte. Su pago era cercano al máximo de 85 céntimos, así que tenían menos incentivos para mentir.
Los resultados
Luego de pedir a 800 personas que completasen su experimento. Barcelo y Caprano descubrieron que la mayoría de las personas son honestas, con un 84 % de respuestas correctas. Y el mayor número de voluntarios que decidió mentir pertenecía al grupo más desafortunado del experimento.
Esto sugiere que las personas calculan la respuesta y solo mienten si el resultado es malo para ellas. En otras palabras, su honestidad está condicionada por el resultado.
De esta manera, los investigadores resumen sus resultados subrayando que los participantes pueden dividirse en tres categorías:
– Los buenos: en esta primera categoría están el 50% de las personas y son aquellas que siempre dicen la verdad independiente de si tienen suerte o no en el resultado.
– Los enfadados: son los mentirosos condicionales, que evalúan el resultado y mienten si éste les disgusta. Estos constituyen tal vez un 35 % del total.
– Los malos: estos son los que siempre mienten para conseguir el mejor resultado para ellos. Este grupo constituye no más del 15 % del total.
Asimismo, curiosamente, los investigadores descubrieron que las mujeres son sistemáticamente más honestas que los hombres, un resultado que concuerda con los de otros estudios anteriores. «Los hombres mienten más que las mujeres en las situaciones que les interesan», afirman Barcelo y Capraro.