Aún las organizaciones (privadas y públicas) no han terminado de aprovechar y descubrir las capacidades de los millennials (generación Y) y en el horizonte se asoma un nuevo desafío de integración e interpretación social: la generación Z.
La generación Z (también denominada generación “like”) es el sobrenombre del grupo de nacidos después de la generación del milenio (aproximadamente entre los años 1996 y 2010). Ésta, a diferencia de la anterior, es una generación que ha nacido absoluta y completamente inmersa en la revolución tecnológica, fundamentalmente, en la ebullición del internet como herramienta de uso cotidiano y común. Las redes sociales, el GPS, la mensajería instantánea, la reproducción de videos en streaming y el teléfono celular son tecnologías que no han venido a cambiar su estilo de vida; estos jóvenes han nacido totalmente insertos y sujetos a éstas y las conciben como un modo de desarrollar su cotidianeidad de manera más natural que el resto de las generaciones sociales.
Esta realidad tendrá, predicen los expertos, algunas modificaciones que repercutirán en los ámbitos de la vida pública y privada de las organizaciones políticas, empresariales, sindicales, religiosas y profesionales.
¿Por qué nos debería generar interés y ocuparnos de esta nueva generación? Por un principio elemental: algunos de ellos están entrando en la vida pública (los mayores tienen aproximadamente veintidós años) y en la actualidad comienzan con los primeros pasos en la escala de ciudadanía, usuarios, consumidores y votantes.
Su principal característica es la atención; para captar su interés, aquel que la requiera deberá trabajar de modo muy arduo. Son personas que vivieron la expansión de las redes sociales a medida que iban creciendo en edad. El Twitter, Facebook, Instagram y demás redes sociales han hecho a los iconos culturales, deportivos y políticos mucho más cercanos y accesibles. Esta generación no está dispuesta a seguir o perseguir a políticos o personajes mesiánicos que no les dediquen atención; todo lo contrario, son los seguidos quienes deberán esforzarse para captar atención de sus seguidores.
Otra característica es la inmediatez. Son grupos que no están dispuestos a esperar largas horas de trámites bancarios o administrativos en instituciones públicas lentas e irresolutas. No tienen voluntad de esperar mucho en ningún ámbito y por ningún motivo. La dinámica y velocidad, propia de la tecnología de nuestro tiempo, ha generado ciudadanos más impacientes, en especial aquellos que han nacido bajo la premisa de la instantaneidad.
No serán fácilmente persuasibles. La tecnología ha puesto en las manos de la humanidad el acceso fácil, rápido y gratuito a un sinnúmero de información a la cual antes solo accedían grandes jerarcas militares, políticos o empresarios. Esto cambió. Hoy día, cualquier estudiante de secundario o universitario puede, en tiempo real, comprobar los errores o aciertos de sus docentes con una simple búsqueda en su teléfono de bolsillo y rebatir teorías erradas u obsoletas. Esto otorga un poder inconmensurable en la estratagema del conocimiento. Por ello es que estos ciudadanos, nacidos en la dinámica de la información instantánea, no caerán fácilmente en cualquier mentira o engaño propuesto por ningún líder, sea el ámbito que sea.
Estas características particulares hace que los políticos, empresarios, celebridades, artistas, vendedores y cualquier humano que quiera captar la atención de la generación Z deberá apelar a estrategias nuevas. La cercanía y atención a los requerimientos concretos será fundamental. Caerán en desuso (por lo menos para esta nueva generación) las campañas de marketing generales, con discursos y mensajes genéricos.
Son los desafíos que nos propone una nueva generación que ya está actuando entre nosotros.