La familia, pilar fundamental en el proceso de donación y trasplante

En el marco del Día Provincial del Donante de Órganos que se celebra todos los 16 de julio de cada año en conmemoración a la primera ablación de órganos multiorgánica que se llevó a cabo en la provincia en la localidad de Eldorado; al Padre Carlos Hardoy en el año 1996.

Desde el Cucaimis ente Coordinador Único de Ablaciones e Implantes Misiones dependiente del Ministerio de Salud Pública se rescatara la importancia de los familiares en el proceso de donación de órganos, tanto en el difícil momento de donar los órganos, como en el momento de acompañar al receptor de un órgano o en lista de espera.

En esta oportunidad traemos la historia de una Enfermera Josefina Brítez (potencial donante) y su sobrina Gabriela Brítez (trasplantada).

Josefina Brítez es enfermera del hospital de Alem, “soy donante de órganos, estoy segura que donar órganos salva vida”.

La donación de órganos es un gesto altruista que puede salvar una o más vidas. La donación puede ser de órganos como el riñón, corazón o pulmón o de tejidos como: córnea, hueso, piel, tendones.

“Mi sobrina, Gabriela Támara Britez, es trasplantada de riñón hace aproximadamente un año y medio, yo iba ser su donante en vida hemos hecho todos los estudios de compatibilidad, en el Hospital Madariaga, desde que me enteré que ella necesitaría un trasplante de riñón lo primero que le dije- “ yo te puedo donar” y fue así que comenzamos hacernos todos los estudios de compatibilidad, cuando salió que éramos compatibles a la semana de internarnos para hacernos la cirugía aparece un riñón de donante cadavérico, lo cual mi sobrina fue trasplantada exitosamente. Hoy, después de más de un año y medio de su trasplante yo le veo a Gabriela con otro semblante, su calidad de vida cambió y cambió exitosamente, la veo mucho más feliz”.

Gabriela Támara Brítez tiene 41vive en Santo Pipo hace casi dos años que recibió un trasplante de riñón “a los 20 años me diagnosticaron lupus es una enfermedad crónica que me daño los riñones, lo cual me derivo a diálisis por cinco años (34 años). Gracias a Dios estando en diálisis esta la esperanza de un trasplante, hoy llevo un año y siete meses de esta gran bendición de ser trasplantada, te cambia la vida.

La Vida después del trasplante y las limitaciones de la pandemia.

“Si bien después del trasplante pensé que iba a poder disfrutar de no estar atada una máquina y poder viajar a otros lugares, justo comenzó la pandemia que no permitió hacer todo lo que estaba planeando, pero aún así mi vida cambió favorablemente porque puedo disfrutar de comidas que antes no podía, tomar el agua que quiero, compartir cosas con mi familia que antes no lo hacía. Salgo a caminar todos los días, antes no podía porque estaba sujeta a la hora que me venían a buscar para ir a diálisis, ahora salgo a cualquier hora, puedo hacer todos los tramites en el pueblo sin problema y la gente me ve y me dice que estoy muy bien y eso me fortalece un montón”, comentó Gabriela.

La familia sostén y fortaleza

“Mi abuela y mi familia es mi gran bendición vivimos en el mismo terreno, ella tiene 86 años y trato de disfrutarla todo lo que puedo, porque antes por mi estado de salud no podía hacerle los tramites de pagarle las cuentas, sus cosas, ahora le ayudo en todo lo que pueda. Mi marido que viene cansado de la chacra y me ayuda con todo la limpieza a fondo de la casa, porque a mí me cerraron la fistula del lado del brazo derecho y me tengo que cuidar para que no se abra entonces no puedo realizar tareas complicadas en la casa. Mis tías y mi marido cuando se enteraron que necesitaba un riñón los tres se hicieron los estudios de compatibilidad para ver cuál de ellos me podía donar y eso se llama amor. Los verdaderos héroes son las familias de los donantes y los donantes vivos como mi familia. Yo lo veo de esta manera: existía la posibilidad de que sean dos tragedias, pero la familia de mi donante convirtió su tragedia en mi bendición. Estaré eternamente agradecida”, expresó Gabriela Brítez con mucha emoción.

 

 

 

 

 

 


En el marco del Día Provincial del Donante de Órganos que se celebra todos
los 16 de julio de cada año en conmemoración a la primera ablación de órganos
multiorgánica que se llevó a cabo en la provincia en la localidad de Eldorado;
al Padre Carlos Hardoy en el año 1996.

Desde el Cucaimis ente Coordinador Único de Ablaciones e Implantes Misiones
dependiente del Ministerio de Salud Pública se rescatara la importancia de los
familiares en el proceso de donación de órganos, tanto en el difícil momento de
donar los órganos, como en el momento de acompañar al receptor de un órgano o
en lista de espera.

En esta oportunidad traemos la historia de una Enfermera Josefina Brítez
(potencial donante) y su sobrina Gabriela Brítez (trasplantada).

Josefina Brítez es enfermera del hospital de Alem, “soy donante de órganos,
estoy segura que donar órganos salva vida”.

La donación de órganos es un gesto altruista que puede salvar una o más
vidas. La donación puede ser de órganos como el riñón, corazón o pulmón o de
tejidos como: córnea, hueso, piel, tendones.

“Mi sobrina, Gabriela Támara Britez, es trasplantada de riñón hace
aproximadamente un año y medio, yo iba ser su donante en vida hemos hecho todos
los estudios de compatibilidad, en el Hospital Madariaga, desde que me enteré
que ella necesitaría un trasplante de riñón lo primero que le dije- “ yo te
puedo donar” y fue así que comenzamos hacernos todos los estudios de
compatibilidad, cuando salió que éramos compatibles a la semana de internarnos
para hacernos la cirugía aparece un riñón de donante cadavérico, lo cual mi
sobrina fue trasplantada exitosamente. Hoy, después de más de un año y medio de
su trasplante yo le veo a Gabriela con otro semblante, su calidad de vida
cambió y cambió exitosamente, la veo mucho más feliz”.

Gabriela Támara Brítez tiene 41vive en Santo Pipo hace casi dos años que
recibió un trasplante de riñón “a los 20 años me diagnosticaron lupus es una
enfermedad crónica que me daño los riñones, lo cual me derivo a diálisis por
cinco años (34 años). Gracias a Dios estando en diálisis esta la esperanza de
un trasplante, hoy llevo un año y siete meses de esta gran bendición de ser
trasplantada, te cambia la vida.

La Vida después del trasplante y las limitaciones de la pandemia.

“Si bien después del trasplante pensé que iba a poder disfrutar de no estar
atada una máquina y poder viajar a otros lugares, justo comenzó la pandemia que
no permitió hacer todo lo que estaba planeando, pero aún así mi vida cambió
favorablemente porque puedo disfrutar de comidas que antes no podía, tomar el
agua que quiero, compartir cosas con mi familia que antes no lo hacía. Salgo a
caminar todos los días, antes no podía porque estaba sujeta a la hora que me
venían a buscar para ir a diálisis, ahora salgo a cualquier hora, puedo hacer
todos los tramites en el pueblo sin problema y la gente me ve y me dice que
estoy muy bien y eso me fortalece un montón”, comentó Gabriela.

La familia sostén y fortaleza

“Mi abuela y mi familia es mi gran bendición vivimos en el mismo terreno,
ella tiene 86 años y trato de disfrutarla todo lo que puedo, porque antes por
mi estado de salud no podía hacerle los tramites de pagarle las cuentas, sus
cosas, ahora le ayudo en todo lo que pueda. Mi marido que viene cansado de la
chacra y me ayuda con todo la limpieza a fondo de la casa, porque a mí me
cerraron la fistula del lado del brazo derecho y me tengo que cuidar para que
no se abra entonces no puedo realizar tareas complicadas en la casa. Mis tías y
mi marido cuando se enteraron que necesitaba un riñón los tres se hicieron los
estudios de compatibilidad para ver cuál de ellos me podía donar y eso se llama
amor. Los verdaderos héroes son las familias de los donantes y los donantes
vivos como mi familia. Yo lo veo de esta manera: existía la posibilidad de que
sean dos tragedias, pero la familia de mi donante convirtió su tragedia en mi
bendición. Estaré eternamente agradecida”, expresó Gabriela Brítez con mucha
emoción.

 

Related Articles