La librería “muestra lo mejor de la artesanía de principios del siglo XX”, elogia la National Geographic y la califica “verdadero templo de libros”.
La librería Ateneo Grand Splendid, ubicada sobre la avenida Santa Fe 1860 en el barrio porteño de Recoleta, fue elegida por National Geographic como la “más linda del mundo”.
El autor del artículo, Brian Clark Howard, se despacha en elogios tales como: “Las conversaciones son silenciosas, como en una gran biblioteca” o “el espacio es tan cálido y acogedor que el café, en la parte de atrás de la sala cavernosa, está lleno de clientes que leen y beben capuchinos y submarinos de chocolate”.

Al fondo, a lo lejos, el telón rojo abierto, a los lados los palcos y en el techo, pasando los libros de la entrada, una cúpula pintada al óleo por Nazareno Orlandi. Las luces cálidas y los ornamentos completan el paisaje de un museo vivo hecho librería.

Antes de estar colmada de libros, el Ateneo fue el Teatro Nacional Norte hasta que, en 1917, se tiró abajo y se construyó un sueño de la modernidad argentina: el Grand Splendid, un inmenso cine-teatro de vanguardia.
El edificio, que se inauguró en 1919, es un símbolo de la cultura porteña: en él tuvieron lugar conciertos de ballet, ópera, pasaron figuras como Gardel y Roberto Firpo y se transmitieron las primeras películas sonoras emitidas en Buenos Aires.
El sello Nacional Odeón, bajo el cual empezó a grabar Carlos Gardel en 1920, tenía allí su sede. De hecho, la sala en la que grababa aún existe, aunque no se puede visitar. También en los altos del edificio comenzó su primera transmisión oficial LR4 Radio Splendid, en 1923.
Durante todo el siglo se mantuvo así, como un gran epicentro cultural, hasta que en 2000 nació la librería. Propiedad del Grupo Ilhsa y asociada a la firma Yenny, es el eslabón madre de una cadena que hoy posee más de 34 locales en todo el país.

“La iluminación es suave, con acentos que muestran lo mejor de la artesanía de principios del siglo XX”, elogia Clark Howard y no duda en llamar a la librería Ateneo Grand Splendid como “un verdadero templo de libros”.