El Historiador y Periodista acaba de lanzar su último libro «Pueblo y Guerra». Durante una entrevista para VIVO16 comenta sobre el contenido y por qué despierta en el historiador el interés del estudio de la Guerra de la Independencia observada desde la convivencia de los sectores sociales de la época con los períodos bélicos y la expectativa que generaba el lema de la «Revolución» promovida por distintos intereses.
La idea que plantea en el libro es «describir a la guerra de la Independencia desde una perspectiva no tradicional que siempre fue vista como un hecho bélico solamente. Busca ver cual es el impacto que tuvo la guerra como un fenómeno omnipresente en la época de la Revolución e Independencia, en la sociedad en su conjunto y en los sectores populares».
La bajada del libro es una historia social de la Independencia, como la militarización en la época, las necesidades de los ejércitos en marcha modifican el cotidiano de la gente de lo que era el Virreynato del Río de la Plata», entonces «la República Argentina está comenzando a conformarse a partir de un hecho bélico que tiene un impacto social muy fuerte y es importante dimensionar para no quedarnos solamente con los próceres o las batallas.
El historiador comenta que «en las últimas décadas una mirada mucho más social del país busca entender que un fenómeno como la Guerra de la Independencia, con su correlato de militarización nos permite entender a esa época desde otra perspectiva y todo lo que va a venir después en conflictos entre unitarios y federales y en definitiva la militarización de la vida política en las Provincias Unidas del Río de la Plata». «La Guerra genera una estructura militarizada que no sólo se ejerce en los ejércitos formales, sino también se va a trasladar a los ejércitos irregulares que son las milicias. Van a tener continuidad en el Siglo XIV como el brazo armado para la toma de decisiones políticas».
«En el marco de una guerra revolucionaria siempre aparecen estas fuerzas inorgánicas que se pliegan a los ejércitos regulares para luchar desde otra táctica desde un mismo objetivo que es derrotar al enemigo, en este caso al absolutismo español y portugués en América», sostiene Camogli «el tema es que esos sectores que se pliegan lo hacen con un programa político que muchas veces no es el programa político que plantea la dirigencia desde la elite de Buenos Aires que es la que está enviando estos ejércitos al Alto Perú, a Paraguay con Belgrano, al ejército de los Andes son San Martín».
Estos programas políticos con puntos en contacto y con contradicciones ponen en emergencia en una serie de tensiones que son las que van a explicar el apego a algunos dirigentes como el de Güemes en Salta, o el de Artigas en la Banda Oriental, y que van a explicar también esta continuidad de la militarización como forma de hacer política en la Argentina en el Siglo XIX.
«En esos 80 años la mayoría de las decisiones políticas se toman a través de una batalla, de alguna lucha. Esos orígenes, esos gérmenes están en la guerra de la Independencia» acentúa Camogli.
Por otro lado, dice que haberse preguntado como se reclutaban los soldados, en el sentido de si eran voluntarios o eran forzados, y porqué lo eran. Si era una cuestión patriótica o más práctica y cotidiana. Asegura que eso despierta el interés por el estudio de la época.
El periodista define que «la Revolución genera expectativas de mejora en la vida a muchos sectores sociales. Los pueblos originarios entienden que la posibilidad de ponerle fin al sometimiento de las elites dirigentes que se apropiaban de su fuerza de trabajo, los esclavos entienden que la revolución es una posibilidad de alcanzar la libertad, los gauchos entienden que es la posibilidad de acceder a la tierra y dejar de tener que pagar los arrendamientos que eran muy injustos, las mujeres entienden que la revolución es una posibilidad de tener un derecho a la herencia o poder elegir el marido. Todos los sectores sociales entienden que la Revolución es una posibilidad de mejorar su condición de vida» y entiende que «analizar estos fenómenos solamente bajo el concepto de patriotismo es complejo».
Por otro explica que algunos «referentes que provienen de la élite logran una empatía con sectores populares de la sociedad mucho más fuertes que otros», porque «lograron hacer una síntesis entre el imaginario revolucionario liberal y moderno que viene de Europa y el ideal y moderno que estaba en América, que es el que expresa los sectores populares: pueblos originarios, los esclavos, los criollos, los campesinos».
Camogli sostiene que «hay dos idearios que tienen puntos en común: derrotar el antiguo régimen, al absolutismo monárquico para gestar una nueva sociedad. El cómo se va a avanzar en las gestiones para una nueva sociedad, es lo que genera las tensiones entre el imaginario revolucionarios. Los líderes como Artigas, San Martín, Güemes y Belgrano lograron la síntesis de que la revolución no sea simplemente un paso de mando entre la élite colonial y una nueva élite criolla en Buenos Aires, sino que la elite logre representar a distintos sectores sociales».
Agrega que «el Federalismo surge en esa época y pone en evidencia en la continuidad que hay entre guerras de la independencia y guerras civiles en el Siglo XIX» y asegura que «es difícil poner una fecha de cuando empieza la historia de la Argentina. La Nación se está conformando permanentemente. La Guerra de la independencia no era una cuestión de nacionalismos, no era una lucha de Argentina contra España, sino una lucha ideológica entre sectores revolucionarios y las monarquías absolutas».
El historiador responde que «los sectores sociales tienen un objetivo en común que es derrotar al antiguo régimen, expresado por la corona española y la corona portuguesa. Es importante entender la lucha de los guaraníes, de los misioneros de aquella época contra portugal como parte de la guerra de la independencia».
«Todos querían poner fin al antiguo régimen, caracterizado por que el rey tiene el poder absoluto, y no hay espacio para otras expresiones políticas o estructuras, por más que existieran autoridades en los cabildos o audiencias en donde supuestamente hay división de poderes, pero la última palabra siempre la tiene el rey en una sociedad muy estamental donde hay una casta de españoles que detentan el monopolio comercial, de los cargos públicos, de cargos en la Iglesia, de los rangos militares».
El periodista sostiene que «hay mucha continuidad de militarización. La idea del caudillo, del dirigente que comanda a un grupo de personas o milicias va a perdurar. Algunos hablan de relaciones clientelares, no me gusta porque se genera confusión por lo que significan hoy las relaciones clientelares en la política. Para establecer relaciones clientelares uno tiene que tener dinero o recursos para darle a esa clientela, es necesario repensar los términos y pensar que el acompañamiento tiene que ver con cuestiones más prácticas, cotidianas, con la presencia de esos personajes en los territorios».
«Las ideas federales, por distintas causas, tuvieron un arraigo muy fuerte en los sectores populares del interior. Una idea del federalismo que le permite gobernarse a los pueblos frente a lo que se veía como el autorismo porteño de imponer el centralismo».
«Me propuse hacer un análisis de como la guerra impacta sobre los sectores populares y como se acomodan a esta realidad de militarización» dice Camogli.
En otra etapa de la entrevista, el historiador sostiene que «La memoria es una actitud de vida, que tiene que ver con mantener vivo ciertas experiencias trayectorias que nos han transcurrido como pueblo, que están latentes hoy en día y que la medida en la que no la mantengamos viva, vamos a perder cierto rumbo y vamos a dejar de entender ciertas cosas que nos pasan hoy en la Argentina, si no tenemos viva la memoria de lo que pasó en la dictadura probablemente nos vuelva a pasar, si no tenemos memoria de lo que fue el neoliberalismo probablemente vuelva a pasar, como lamentablemente nos está pasando».
Los trabajos tienen una carga fuerte de presente: «soy de los que creen que la historia se escribe en el presente y que los tres tiempos pasado, presente y futuro están permanentemente interrelacionados. Y
El presente está marcando un poco las preguntas que me hago del pasado, puntualiza el periodista.
Analiza que «Este surgimiento que hubo en estos últimos quince años de la historia social de focalizar en los sectores populares tiene que ver con lo que fue el auge en la Argentina a partir de la crisis del 2001, donde nos empezamos a cuestionar esa idea de Argentina como potencia, surgida en la década del 80 como granero del mundo y nos dimos cuenta que había %70 de pobres, desocupados, cosas que los argentinos no terminábamos de comprender en base al relato que teníamos de la escuela que era otra cosa». Y agrega que «puso en la superficie la necesidad de que los sectores populares tienen que ser los protagonistas del presente y lo fueron durante buena década y eso se tradujo en los estudios historiográficos».
Por último sostiene que «hay un contexto de auge de estudio de los sectores populares en la Argentina. Este libro está reflejando el interés que parte del presente: la participación de los sectores populares en la guerra de la independencia sucedió hace 200 años, ahora el interés por estudiar eso es nuevo».