Vimos que el infarto de miocardio se produce cuando se ocluye una de las arterias coronarias, momento en el cual el paciente se puede presentar con dolor de pecho agudo, prolongado y de características particulares como ser desgarrante, opresivo o quemante.
Es fundamental que instruyamos a la población a la consulta inmediata en caso de que aparezcan estos síntomas.
En general el diagnóstico de infarto se realiza mediante la evaluación de los síntomas del paciente junto con dos exámenes complementarios. Uno de ellos es el electrocardiograma (es una prioridad que se le haga un electrocardiograma a todo paciente que consulta a una guardia con dolor de pecho) y un análisis de laboratorio que mide los niveles en sangre de una enzima que libera el corazón cuando está sufriendo un infarto. Si el electrocardiograma es anormal, o si los niveles de estas enzimas cardiacas está alto en sangre, eso puede estar demostrando que el paciente está sufriendo un infarto de miocardio.
Lo importante de lograr este diagnóstico de forma rápida, reside en que si abrimos la arteria culpable del infarto dentro de las seis horas de iniciado el cuadro podemos llegar a salvar al músculo cardiaco comprometido quedando menos secuelas en el corazón. Después de ese tiempo el músculo cardiaco puede morir y es reemplazado por una cicatriz que a futuro puede llegar a provocar mal funcionamiento del corazón.
El tratamiento de infarto una vez diagnosticado se centra en la internación del paciente para recibir medicación específica y la corrección de la obstrucción de la arteria coronaria. Esto usualmente se logra de dos maneras. Una es por un procedimiento mínimamente invasivo que hace llegar un catéter hasta esa arteria y abre la obstrucción colocando dentro de la arteria un dispositivo llamado stent que restituye la circulación.
La otra forma diferida es con lo que se llama by pass coronario el cual es una cirugía que restablece la circulación coronaria haciendo un puente entre una arteria sana y la parte distal de la arteria enferma.
