«Vapear», la nueva y peligrosa moda entre los adolescentes argentinos

Son el último «chiche tech». Cigarrillos electrónicos, vapeadores y sus versiones de última generación –pod mods y el tabaco sin combustión– están de moda. Se publicitan y venden como una opción más saludable o una alternativa para dejar de fumar. Sin embargo, no hay evidencia científica que dé cuenta de su inocuidad ni de su eficacia para abandonar el tabaco.

Y los especialistas en salud advierten que “se están utilizando para captar a nuevos potenciales fumadores entre los adolescentes, que muchas veces los consumen sin saber que contienen nicotina”. Es lo que ocurre en Estados Unidos, donde el uso de cigarrillos electrónicos está alcanzando proporciones “epidémicas” entre los jóvenes que se ven atraídos por los diferentes sabores y el marketing innovador.

Solo en el último año, los estudiantes de secundaria que consumen vaporizadores aumentaron un 78% y los de escuela intermedia (entre 11 y 13 años), un 48%, según la Encuesta Nacional de Tabaco. “No permitiré que una generación de niños se vuelva adicta a la nicotina a través de los cigarrillos electrónicos”, dijo el titular de la FDA, Scott Gottlieb, al anunciar una serie de medidas destinadas a evitar que los jóvenes sigan adentrándose en el mundo de los e-cigarettes.

En la Argentina, desde 2011, por disposición de la Agencia Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), la importación, venta, comercialización y publicidad del cigarrillo electrónico y sus accesorios están prohibidas. Dicha disposición fue ratificada en 2016 tras actualizar la evidencia científica disponible. Sin embargo, la oferta de vaporizadores prolifera por Internet y hasta se vende en muchos locales. “El cigarrillo electrónico no debiera ser un producto que no fuera regulado de la misma manera que el cigarrillo convencional. El problema es que la estrategia de venta a través de Internet y las redes sociales salta todo tipo de restricción. No hay autoridad de ejecución de la prohibición”, explicó Gustavo Zabert, socio fundador de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria y presidente de la Asociación Latinoamericana del Tórax. 

“Los dispositivos se publicitan por las redes sociales. La industria utiliza estas formas de marketing directo para ingresar esos productos. Y los jóvenes son los primeros persuadidos del uso”, sostuvo por su parte Marita Pizarro, codirectora ejecutiva de la Fundación Interamericana del Corazón Argentina, quien además alertó que en el país  los adolescentes se inician en el consumo de tabaco muy precozmente, a los 12 años, según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo. Dentro de la nueva generación de vapeadores, la “vedette” son los pod mods, unos dispositivos con aspecto de USB. El más conocido es Juul, que ya copa más de la mitad del mercado de los cigarrillos electrónicos en EE.UU. “Vienen con distintos sabores y apunta a los jóvenes. Los chicos lo consumen como si fuera una novedad, no tóxico y lo desean de la misma manera que un celular de alta gama. Compiten por llegar a esto y se hacen rápidamente adictos a la nicotina”, advirtió Zabert. Riesgos.

El cigarrillo electrónico se asemeja al tradicional en su fisonomía aunque funciona mecánicamente y con distintas sustancias. Tiene tres elementos: una batería, un atomizador y un cartucho. Ensamblados unos con otros forman una unidad que produce un vapor que se aspira, simulando el acto de fumar, y se denomina “vapear”. 

Según la Anmat, el líquido de los cartuchos no contiene tabaco pero sí nicotina en dosis variables (hasta 54 mg/ml o más) y también muchas sustancias como propilenglicol, glicerina vegetal, saborizantes, aromatizantes y otros. De acuerdo con el último Informe sobre Control del Tabaco publicado por la OMS a finales de 2014, el vapor que liberan estos dispositivos no es inocuo porque contiene nicotina y otros químicos tóxicos y cancerígenos.

“Imponen la falacia que pueden ayudar a dejar de fumar cuando no hay ninguna evidencia científica que así lo apoye. Cuando se comparan en estudios los cigarrillos electrónicos con las formas farmacológicas de nicotina (parches, chicles, inhaladores nasales) que no tienen otros tóxicos y pasaron por los controles farmacológicos oficiales, se demostró que no hay ningún tipo de diferencia”, explicó Zabert. “Los cigarrillos electrónicos combustionan un líquido que tiene nicotina y en esa combustión se genera un vapor que contiene partículas cancerígenas similares a las que se encuentran en el humo del cigarrillo tradicional. Hasta ahora no hay evidencia que diga que son inocuos para que la población que está expuesta o consume no se enferme”, detalló Pizarro.

Ambos expertos señalaron que  por el poco tiempo que llevan en el mercado, aún se desconocen las consecuencias a largo plazo para la salud. En Argentina, el 25% de la población fuma y cada año mueren 40 mil personas por enfermedades relacionadas con el tabaco. “Ya tuvimos el error del cigarrillo en el siglo pasado. Hoy sabemos que inhalar humo y sustancias es malo. No tenemos que esperar 30 o 40 años más para demostrar que inhalar esos seudovapores es dañino para el organismo”, concluyó Zabert. Las tabacaleras reorientan su negocio A nivel mundial, las nuevas leyes de control del tabaco y el declive de las ventas han impulsado a las tabacaleras a rediseñar sus productos. El más grande y claro ejemplo de esto es la inversión de 12.800 millones de dólares que Altria Group, fabricantes de los cigarrillos Marlboro en EE.UU., está haciendo en Juul, una joven compañía que fabrica un peculiar cigarrillo electrónico de diseño muy similar a una memoria USB. Este enfoque tecnológico, apoyado en un diseño atractivo, hizo que a finales de 2017 Juul se convirtiera en el cigarrillo electrónico más popular de los Estados Unidos, con una participación de mercado de 72%. La reducción de daños es el nuevo lema de las compañías. Ese es el caso de Philip Morris International (PMI) con IQOS (I-Quit-Ordinary-Smoking), un dispositivo de tabaco sin combustión que “no genera humo ni ceniza”.

Según los estudios de la compañía, “el vapor de IQOS contiene entre 90% y 95% menos de componentes tóxicos o potencialmente tóxicos, comparado con el humo del cigarrillo”.

Para el CEO Global de PMI André Calantzopoulos, la visión de la empresa es “convencer a todos los fumadores adultos actuales, que tienen la intención de seguir fumando, a que se cambien a los productos libres de humo lo más pronto posible”. 

Fuente: Perfil

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